SORDINA |
Y cuando no quede más ternura finjámosla las manos vendadas y los ojos cerrados, lindando uno con otro cual frontera.
Una palabra ya no será palabra, sino bocanada de consolador silencio; y el anhelo ya no medirá una vara pues será más largo, más vasto que un horizonte
lleno de aves de verano, música de Mendelssohn, un sfumato tomado de Da Vinci. Tú cambiarás tu compasión más bella por mi más querida tristeza; yo, con cuidado tardaré en palpar más a fondo el declive de tu cuerpo.
¡Ay!, si entonces queda aún ternura, temámosla como a un dolor ancestral. Tanta ternura, ningún hombre pudo jamás con ella.
Luuk Gruwez (título original: Sourdine; extraído de: Bandeloze gedichten [Poemas desenfrenados], p. 30) © Traducción española: Diego J. Puls 2004 (con ocasión del XIV Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2004) |