DON CHICOTE |
1. Rocinante – ¡arre, chicote!
Dicen que la imaginación soporta mucho – pero ¿he de ser justo yo el portador?
Prefiero ser un ejemplar bien cepillado que jinetean lenguaraces quinceañeras en una escuela de equitación bien pija.
O un caballo de tiovivo de madera, lleno de insignias de color pastel atravesando al trote Disneylandia.
Pero no, basta mirarme: me extravío entre fantasía y fábula. El único que corre aquí es el viento. Mi jinete es mi molestia. ¿No me dirá Gaia mala bestia?
2. Sancocho
Lástima que los sesos de Miguel de Cervantes Saavedra no se hayan conservado en formol.
Sería un experimento culinario mezclar ese ingrediente con la materia gris de Einstein
y ver surgir de la marmita a un caballero que debatiese la mecánica cuántica por espacio de cincuenta capítulos con su Sancho diplomado universitario.
3. La chicota
Para ser sincera: los pretendientes que se ponen a echar espuma al pie de mi balcón no suscitan en mí más que sopor.
Machotes y blandengues: los tengo ya muy vistos. Los gansos y los gigolós – se creen todos muy listos.
¿Y Don Chicote? ¡Un tonto de capirote! Yo prefiero a Don Juan (si me lo dan).
Servidora, Dulcinea
Ouche de Saint-Lala (título original: Don Cocotte; extraído de «don quichot hier & nu – un quijote contemporáneo 6 + 6», Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2005) © Traducción española: Diego J. Puls 2005 |