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UN HIJO DE NADA

 

 

Morir fue lo que más rápido hiciste:

yo de tanta carne me esperaba

un fallecimiento kilo a kilo

con mucha pompa y varieté.

Bastó un espasmo y eso fue todo.

 

Tu cuerpo era tu lugar preferido.

Podía ser elegantemente fofo.

Te fuiste sólo para demostrar

que los padres tienen razón

y los cadáveres razón ninguna.

 

Para despedirte te faltó talento.

Todavía me jorobas desde tu cajón

con todo tu orgullo mal invertido

en mí: un hijo de nada, una enfermedad

con una cabeza y cuatro patas.

 

Tenía que hacerlo siempre mejor,

nunca bueno en cólera ni en coraje,

incluso obsecuente ante tu cadáver:

cadáver digno que seguía siendo padre

y del que ya no queda un solo gramo.

 

 

 

Luuk Gruwez (título original: Een zoon van niemendal;

extraído de: Bandeloze gedichten [Poemas desenfrenados], p. 26)

© Traducción española: Diego J. Puls 2004

(con ocasión del XIV Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2004)