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MADAME PIPI

 

 

Cuidemos a esta pálida cenicienta

creada para que el chorro gorgoteante

fluya de vejigas rápidas y lentas,

y creada para el divertimiento

de todo cliente que retoza con ella.

 

Da cabezadas encima del platito

al dormitar, queriendo envejecer más lento.

Y así, coqueta casi, en la fórmica

de la mesa descansa sus arrugas.

 

Un pan de Dios la trata de señorita:

sirvienta celestial de la hediondez,

ávida del vil metal y la sensiblería

al calor de una jarra de café.

Nunca bella, sí divina. Y de una pulcritud supina.

-Sólo el agua estrepitosa la ovaciona.

 

 

Luuk Gruwez (extraído de: Vuile manieren [Sucias maneras], p. 25)

© Traducción española: Diego J. Puls 2004

(con ocasión del XIV Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2004)