TAL VEZ |
Tal vez nunca debimos pensar y el amor no se habría pensado nunca, habría sido impensable. Tal vez hubiera sido mejor que nuestros cerebros fueran estómagos. Tal vez nunca debimos hacer y el amor habría sido infactible. Tal vez hubiera sido mejor que nuestras manos fueran dientes. Tal vez nunca debimos hablar. Tal vez hubiera sido mejor que nuestras lenguas fueran lengüetas de zapatos, o nuestras bocas otros anos.
Tal vez nunca debimos mirar. Tal vez hubiera sido mejor que nuestros ojos fueran espejos, no del alma, sino espejos de espejos. Tal vez nunca debimos ver. Tal vez hubiera sido mejor que naciéramos ciegos.
Tal vez nunca debimos sentir, o pensar que sentimos, o hacer como si pensáramos que sentimos. Tal vez hubiera sido mejor que nuestra piel fuera de cuerno, o de un cuerno mejor.
Tal vez debimos calentarnos los dedos con algo que no fueran nuestros mutuos fríos. Tal vez debimos infligirles quemaduras de tercer grado.
Pero ante todo nunca debimos pensar, porque fue pensando como empezó todo.
De modo que maldice el día en que aprendimos a pensar porque fue entonces cuando todo se nos olvidó.
Maldice el calor que alguna vez creímos sentir, porque nos enfrió hasta los huesos.
Maldice la ternura, puesto que no existe y por eso justamente se ha de maldecir.
Maldice el día en que nuestros caminos se cruzaron. Maldice los caminos que hemos transitado, en los que era posible o pensable un cruce.
Maldice también por fin esta maldición.
Tal vez entonces se produzca un silencio que logre curarnos a uno del otro.
Frans Denissen (título original: Misschien) © Traducción española: Diego J. Puls 2005 (con ocasión de una velada poético-musical celebrada en la Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2005) |