ATRAVESADO |
Una noche de dieciséis estaciones él, en cuclillas debajo de un letrero
en la escalerilla de un transbordador en un cruce de los pasillos del metro y siempre bajo las estrellas con la cabeza metida en una cabeza
se oye a sí mismo pensar continuamente «¿dónde estoy?»
Las alcachofas tienen corazón pero no rumbo Los helicópteros, destino pero sino no
«Yo»: dos letras, un único brote de una palabra mayor de gran ramificación
Allí donde hay sombra proliferan en húmedos bosques filamentos micóticos kilométricos que asoman la cabeza en forma de hongo
Asombrados, extraviados paracaidistas lanzados hacia arriba
Otrora los polinesios para determinar el rumbo en el Pacífico utilizaban unos mapas fabricados con varillas semejantes a los armazones de bambú usados para guiar los tallos de los frijoles
Y los indios canadienses tallaban mapas costeros que parecieran sacacorchos de Baviera
Según lo que se escriba en la leyenda un mapa puede ser al fin de todo: la palma de una mano, el iris de un ojo, un lunar y las ramificaciones de los pliegues que encontramos en una cama deshecha
Así, cuando por fin se ha logrado depertar al dormido aun mucho después del despertar la pregunta sigue siendo «¿dónde estás?»
K. Michel (título original: Dwars; extraído de Waterstudies [Estudios acuáticos], 1999) © Traducción española: Diego J. Puls 2000 (con ocasión del X Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2000) |