CABEZA DE NIÑO EN MUSEO |
Primero fui yo y después mi figura. Mientras el maestro me modelaba, yo jugaba.
Endurecido en el fuego, me volví frágil y permanecí como de piedra en la chimenea de mi siglo. Luego
llegó la hora de caerse y de quebrarse; hecho añicos también yo morí, desaparecí. Hasta que
en otro tiempo con mil malabarismos una mano diestra supo darme nueva vida. Pero
nunca quedé sano; atraviesa siempre imborrable mi vieja cara esa raya que jamás se olvida.
Hester Knibbe (título original: Jongenskopje in museum) © Traducción española: Diego J. Puls 2006 (con ocasión de una velada poético-musical celebrada en la Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2006) |