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LES PETITS RIENS

 

 

Las ruedas del tranvía se lamentan en acero,

réquiems resuenan de los móviles, alguien

va marchando con una orquesta en la cabeza

por las calles donde las historias de vida

se cruzan sin chocarse.

 

Si en los grandes almacenes donde Amadeus

se ha convertido en un bombón, algún día

se les diera a todos por cantar al unísono,

que los guardianes, desconociendo

los temas, pensaran esto aquí

 

no puede ser, no puede ser, los cantantes

conformarían hordas que abrirían boquetes en

la tierra – no no, quienes haría mucho ya

que no hubiesen cantado así, volverían

a intentar, en hermosa disonancia, a las

 

corridas, con continuas caídas, de las ven-

tanas, de la mano, de una vaga esperanza:

Glo o-o-o-o-o

o-o-o-o-o

ria.

 

 

 

Joke van Leeuwen

© Traducción española: Diego J. Puls 2006

(con ocasión de una velada poético-musical en homenaje a Mozart, organizada por la Fundación Carlos de Amberes, Madrid, 2006)