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EN LA CALLE PIAZZOLLA [1]

 

 

Suele ser

la manera de colocar los objetos

en una mesa

        escribió alguien en una carta.

La copa, la horquilla para el pelo,

una rosa en una botella,

recién rociada, el agua

cambiada.

 

Cómo empezar

es una cuestión

que siempre viene a cuento.

El final aún por ver, el camino

nunca trillado,

aplicas estrategias innatas,

invenciones adversas, maleables

o inflexibles,

todo ello unido por las reglas de un juego misterioso.

 

Que empieces, una

y otra vez, y que tú mismo no vengas a cuento.

Y que de lo que se trate

importe menos que la música

en la calle, una estación abandonada, un dolor

que impregna la vida.

 

Luces y sombras, lúcidas

maniobras,

sentimientos de, pensamientos en,

a veces también

un objeto de amistad, arrebato u odio.

 

Ya rara vez y sin ilusiones

conjugas el verbo

conjurar (conjuraba, conjuró).

 

Todo se reduce a

nacimiento y muerte, y en el medio algo de amor

que vive y se extingue.

Lugares comunes, fraseados

una y otra vez

en una terraza mugrosa en un callejón de barrio.

 

Pero siempre hay ojos que relucen.

Los tuyos.

Bebes lo visto, vuelves a llenar las copas.

El final a la vista, el camino trillado, un poema

prácticamente listo

sabes que casi nada viene a cuento–

 

Navegas en un planeta abusado

por un universo aciago e indiferente.

 

 

 

HC ten Berge (título original: In de Piazzollastraat [1])

© Traducción española: Diego J. Puls 2006