DELICIOSAMENTE LEJOS |
Ya me han invitado a hacerme socio del Rotary, algo de lo que sin duda soy el único responsable, ya que he llegado deliciosamente lejos en la vida y pese a ello he conservado cierto aire juvenil.
Mi mujer, con los años, en realidad casi no ha envejecido, el vestuario que usa sigue siendo sencillo aunque de buen gusto y por las noches confecciona cuadros con materiales textiles.
A nuestros hijos les decimos los peques, son para ser exactos un chico y una chica, son en todo momento la alegría de la casa y despiertan en nuestros amigos envidia y admiración.
Si esto sigue así, llegará el día en que no podré evitar cortar, con los ojos humedecidos, un pedazo de madera terciada para escribir en él con una aguja de hacer punto incandescente: «Bendiga el Señor la casa donde habita el amor.»
Anton Korteweg (título original: Herrlich weit; extraído de: Tussen twee stilten [Entre dos silencios], 1982) © Traducción española: Diego J. Puls (en colaboración con Carmen Bartolomé Corrochano), publicada en «Poesía contemporánea en lengua neerlandesa», Stichting Ons Erfdeel, Rekkem (Bélgica), 1993. |