IREMOS A LA PLAZA CUANDO LLEGUE EL MOMENTO |
Sabíamos que un día nos convertiríamos en un bosque de abedules. Nos volveríamos de color blanco plateado, una concentración de atún, moléculas de fósforo, hombres con el torso desnudo, visible desde varios kilómetros. Siempre hemos sabido que la felicidad existe, una forma definida de vida, aunque a veces nos cayéramos redondos y todo cayera bien, espejo que cae con estrépito de una pared encima de una cristalera, aunque las más de las veces quedaba colgado, inaudible, lejos y al margen del mundo que nos habían enseñado. Una verja de hierro forjado emerge de la tierra, pero nunca nos damos por vencidos. Somos el niño del bosque, cogido por ramas de zarza, calcetines blancos llenos de manchas de fresa, sabemos que la luz destellante nos persigue a través del follaje, un dedo que te atraviesa la nuca y que cantará en tus dientes. Sangre blanca cual pañuelo transparente. Sigue corriendo, niño, haz bocina con las manos, desafía: Tú que te borras, ven aquí. Tú que das luz, ven aquí. Hombre con cuello de león marino, ven aquí. Hombre erguido desnudo, estrechado por mujer desnuda que se trepa, ven aquí. Tú que estás cubierto de nata, ven aquí. Mujer con cara de bombilla, ven aquí. Hombre con dedos como tallos de nenúfar, coronado con zarzas, ven aquí. Desnuda tu torso. Hombro con hombro en la plaza. Hombre con piel de leopardo, muchacho con manos cual guantes de dedos cortados, dóberman pintado de negro, ven aquí, persígueme en el bosque. Nuestra cara se transforma a veces en una pared alicatada de azulejos, nuestro tórax en un armario retundido de barro. Estamos en la plaza y somos un bosque de abedules murmurante, hombro con hombro describimos movimientos milenarios, lentos cual reptiles, mientras un rayo láser marca letras en nuestros huesos, llenos de signos ilegibles de pies a cabeza. Radio luminiscente en la noche – un jardín incandescente de nieve, así nos sentimos por fin felices. Nos quita el sueño y nos asomamos a la ventana. Por todas partes sale gente de su casa – es superior a nosotros. Desnudamos nuestros torsos, nos ponemos trajes, torsos desnudos, trajes puestos y quitados, formamos figuras en la plaza. Nos detectan a años luz. Hacemos bocina con las manos. Todos tienen que cantar con nosotros –
nuestras voces chocan contra la montaña. Rebotan. Árboles, casas, gente, coches, retumban por todas partes. Moléculas de fósforo arrancadas de su núcleo por las voces, como cristales de nieve formando un alud, así nos sentimos, así cantamos y cantando damos vueltas cogidos de la mano. Algún día nos convertiremos en un bosque de abedules y portaremos semilla.
Peter Verhelst (Título original: We komen naar het plein als de tijd is gekomen; basado en textos extraídos de: Nieuwe sterrenbeelden [Nuevas constelaciones], 2008) © Traducción española: Diego Puls y Gonzalo Fernández (para la representación de danza “nuevoNegro”, de Wim Vandekeybus, 2009)
|