JUNTO AL FÉRETRO MUNICIPAL DE LA SEÑORA P. |
¿Duerme? Duerme. Después de haberse peinado el pelo durante ochenta y tres años, trescientas sesenta y cinco veces al año, haber gastado no sé cuántos zapatos caminado por la ciudad, siempre esos cordones, tenedores, cucharas, gente, qué gente, dónde, duerme.
Duerme y yo, que soy tan mórbido, pienso en su peine, sus alicates y el lápiz delineador, en cómo todo –crema de noche, tarjeta del banco, coyuntura– se tira, se borra. ¿Y esto? ¿Puede llamarse entierro a este acarreo vergonzoso? Como si alguien perdiera una moneda por descuido,
u olvidara el periódico en una lánguida estación. Llamémosle tragedia, o ritmo – el tiempo, carnívoro jodido, nos provee impepinablemente de un final que apesta. Pero ella ahora está dormida. Duerme. La cubro entonces y hago que sus cansados pies nunca más tengan que salir a la calle.
Menno Wigman (título original: Bij de gemeentekist van mevrouw P.; extraído de: De droefenis van copyrettes. Keuze uit eigen werk [La pena de las copisterías. Antología personal], editorial Prometheus, Ámsterdam 2009 © Traducción española: Diego J. Puls 2009, para Alhucema, Revista Internacional de Teatro y Literatura, n.º 23, enero-junio de 2010 |