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GUARDAPUENTE

 

no era una desconocida la mujer que me dio

la noticia de tu inminente muerte pensé

entonces cantaré cantaré para rescatar lo que

recuerdo de ti a las puertas del infierno

 

pongo en mi regazo el libro del olvido

y de esta letra muerta que no domino

más que cualquier otra lengua

empiezo a repescarte

 

igual que tú intentaste rescatarme

de un hueco en el hielo bajo un puente

y al entrar en pánico fuiste a parar al agua

esta canción tampoco me podrá evitar

 

anda papá átame los patines

ya casi me he puesto las botitas ajustadas

anda átame los patines

el hielo es fino como tu cara agotada

tus ojos lagrimosos me miran fijamente

sal otra vez de tu gruesa tumba lanuda

y átame los patines

el agua nos verá volar sobre ella

 

mamá nos llevó contenta hasta la orilla

allí empezó nuestro primer viaje con ella

en nuestros pensamientos sobre negro transparente

sobre cuidado atención ramas tropezonas y

 

bremas congeladas medallones de pescado

bromeé tratando de romper el hielo con

humor de niño con manos de niño

pero tú estabas enfermo en casa con tu mujer

 

y casi en el lugar donde naciste las praderas

donde la verde hierba enmudecía por una blanca

manta invernal hierba verde que antes

conoció tus blandas suelas pies que ahora

 

sin mujer se deslizaban solos conmigo sobre aguas tristes

como nadie incluso mejor que mamá

te conocían estas acequias y campos

este pueblo con su cementerio lleno de conocidos

 

el gallo dorado el campanario terminado en punta

cerca de la granja el lugar donde aprendiste solo

a transmitir en onda corta y a tocar la batería

donde tu padre te vio galopar

 

la montura un lomo equino desnudo

la pala prematura removió la tierra

para quien tres veces me prestó su nombre

cuando yo aún no podía llamarme papá

 

anda átame los patines

ya me he puesto las botitas verdes ajustadas

átame los patines

el hielo es fino como la distancia temporal entre nosotros

ahora que puedo mirarte secamente más allá de la frontera

tienes que atarme una vez más los patines

o toma una vez más la pluma

y que el papel nos vea volar sobre el hielo

deslizarnos y llorar

 

cuéntame de nuevo cómo le diste una patada

en los huevos al maestro de música

que te abofeteó cobardemente con el llavero

hicieron de cuenta que se había desmayado

 

te negabas en redondo a pedirles disculpas

a los directores preferías quedarte con tu rabieta

en casa donde entre la senda recta y la torcida

araste tu propio profundo surco de compasión

 

como una piedra en el estómago te sentó

la falta de perdón cuando ya no pudiste

llevar colgada al cuello la cruz y tu madre

ya no tenía una casa celestial para esperarte

 

átame los patines papá

este mundo es el real

entre ella y yo tú eras el guardapuente

ahora es pleno verano mis patines

descansan en el sótano engrasados

ante nosotros bailan escribanos del agua

el agua es como una pizarra azul

tan limpia tan oscura

 

 

Tsead Bruinja (título original frisón: Brêgeman; extraído de De man dy’t rinne moat [El hombre que debe correr], editorial Bornmeer, Gorredijk, 2001)

© Traducción española: Diego J. Puls (a partir de la versión neerlandesa del propio autor, para el VI Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, 2010)