REJAS |
Aquel viernes de mayo —25°C a la sombra— el gorila de Fráncfort, sí señor el supergorila del zoológico de Fráncfort decide, sin salvoconducto ni permiso:
«yo me rajo». Y lo hace, tan pancho. Por la puerta principal. Ahí, pánico. Salpicones de ello en rededor. ¡Saltos a lo canguro! De golpe todos endrinos, corazones yembeando a sus aldeas vecinas.
Con un puñado de maníes, del bracito flaquito de una chica dieciséis, de qué zapato saca el arrojo, vuelta a la jaula. Ya basta. ¿A qué se debe tanto afán?
De golpe marea de gente. Todos se deshacen de la piel de su arbusto. Caminan donde él no puede. Sacan a relucir sus dientes. Qué plato. Qué amoroso un animal tan desvalido. Cómo adora la gente las rejas.
Peter Theunynck Título del original: Tralies [Extraído de: Traangasmaatschappij (Sociedad productora de gas lacrimógeno, 2006), pág. 43] © Traducción española: Diego Puls (para el XVIII Festival internacional de poesía de Rosario, 2010) |