¿Cómo es que aguanta aquel jornalero,

quien vuelve a su casa apenas entero,

con sol en su espalda, con poco de vianda,

atiende a sus hijos y a buscar parranda?

Y aquel campesino buscando sustento

se ve presionado, está descontento,

esparce la coca por toda la tierra

no quiere salir, a ella se aferra,

en tácitos pactos se ve involucrado

no quiere vivir como un desplazado.

Y allá en la ciudad asciende el político

quien da zancadillas y no es analítico,

oscila entre ideas, opuestos partidos,

alianzas riesgosas y es corrompido.

Procuro ocuparme, ignorar, olvidar,

esta realidad que no logro lidiar,

disfruto de mis hijos, sus pasos van dando.

¿Adónde llegarán? Estoy exagerando,

mas busco en el diario una buena nueva

aunque aún allá a lo lejos muy fuerte llueva.

¡Ojalá mi niño no sea ese campesino que actúa inconsciente

creando la base de un estupefaciente…!

Peor aun si llegara a ser ese político

cruel e insensato, demasiado típico,

que gira según la marea

que nunca carea

sus pasos sin retorno

porque ha aceptado el soborno.