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LAS AGUJAS DE HIROSHIMA

 

 

Ven desde lo alto de la torre

cómo arrastran a un caballo hasta el agua.

 

¿Dónde sepultar la muerte? Señalan a la bestia

y la sacuden de las puntas de los dedos.

 

Llevan sesenta años detenidas.

 

La foto que hizo la explosión lo borró todo

blanco salvo las sombras de quienes siguieron mirando.

 

Allí hemos ganado una ciudad.

Todo brilla y no hay polvo.

 

Hemos mirado fijamente las agujas de la torre.

No parpadearon.

 

Hemos sacudido los relojes.

Le preguntamos al que los sincroniza quién

 

ha hecho esto. ¿Quién lo ha hecho?

 

El caballo acarrea historia.

Dicen se encabrita desde que se niega a encoger.

 

 

 

 

Maria Barnas (título original: De wijzers van Hiroshima; extraído de Er staat een stad op [Se levanta una ciudad], ed. De Arbeiderspers, Ámsterdam 2007)

© Traducción española: Diego Puls 2013 (con ocasión del XXIV Festival Internacional de Poesía de Medellín 2014)