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SI SUPIERA CÓMO, SI SUPIERA QUÉ MÚSCULOS DISTENDER

 

 

Hoy fue el viento frío y seco de montaña el que

me llenó de arena hasta las muelas.

 

Una vez en casa ya no supe

si había seguido con suficiente precisión la huella

o si la huella me había arrastrado consigo

si había querido contarme algo

como hicieron mi padre y el médico

que me recetó aspirina y leche caliente.

 

Lo busqué

encontré el miedo de muchos pueblos a la carne

y que algunas estrellas de cine y algunos políticos

se lavan las manos como cuarenta veces por noche

y hacen penitencia ante mujeres imponentes

que se extienden sobre sus manos como manteca

y grasa de oso.

Mujeres tiernas como bistecs.

Manos de hombres con respeto.

 

Aunque no sé exactamente qué es ni si pudiera

ser Dios

―no soy más que un simple coyote―

se trata de cosas serias y pensar esto no es moco de pavo.

 

Mujeres grandes y siempre manos limpias, es

como la lengua de un coyote

los dientes de un gerbo.

Allí se ve la grandeza de la naturaleza, lo inesperado.

 

Si orinas saltan los mosquitos y se te meten en el ano.

Una pezuña inflamada puede postrar a una buena vaca

en un día.

 

Llevo años plantando cruces de madera

a la vera de todos los caminos.

La obra de Dios es indestructible

como los chismes y el pelo de la mujer del carnicero.

Está bien, fue una sola cruz y hace ya muchos años

pero podría volver a hacerlo ahora mismo

igual que las estrellas de cine y los políticos

pueden dejar de hacer lo que hacen cuarenta veces.

 

También pueden comerse oportunamente a la mujer más grande

287 libras, sin contar las pezuñas.

 

Podría tomar más a menudo

a alguien como ejemplo

y hacerte caso

bajar de nuevo los libros al sótano

y salir con tiempo a trabajar.

 

Mañana lo querré

y por eso lo apunto ahora.

Me sentí un cowboy satisfecho cuando

apagué la computadora

y extendí los bistecs crudos

en el suelo de la cocina.

 

 

 

Jan Baeke (título original: Als ik wist hoe, als ik wist welke spieren te ontspannen)

© traducción española: Diego J. Puls 2016, con ocasión del XIII Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua (por encargo del Fondo de las Letras Neerlandesas)