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PRIMAVERA EN ISLANDIA

 

 

Me tomo el barco porque una amiga me contó que el carro es indispensable. Su primo menor me recoge y en medio de la noche conducimos por la nieve hasta la casa que han vaciado para mí. Justo antes de llegar me cuenta que extraña las pascuas. Hago de cuenta que nunca me han bautizado y siento la sal en mis labios. ¿Cómo si no he de saber que todo ese tiempo el mar se extendía a nuestra izquierda? Al bajar pateo un madero aleatorio que ya llevará un tiempo tirado a la vera del camino. No me percato de que un poco más allá hay una fiesta de barrio donde celebran el regreso de un héroe de guerra. A la mañana siguiente entiendo que todos los que fueron a la fiesta llevaban sombreros para demostrar que la paternidad en efecto cambia las cosas. Mi anfitrión me enseña cómo su primogénito duerme todas las noches en una cuna heredada de la abuela. A modo de presentación me pide que imite sonidos de pájaros. Pienso que pretende iniciar a su hijo en bromas foráneas, pero al cabo caigo en la cuenta de que su petición va en serio. Para expresar mi aprecio por su hospitalidad empiezo a ahondar en antiguas técnicas de pintura. Una semana después me conduce a un rincón de su casa donde el sol ilumina el cielorraso.

 

 

 

Tom van de Voorde (título original: Lente in IJsland)

© Traducción española: Diego J. Puls 2016, con ocasión del XIII Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua (por encargo del Fondo Flamenco de las Letras)