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RITUAL, INTERRUMPIDO

 

 

Detrás de la duna, más allá de las caras de cometas,

se desenvuelve el mar.

 

Sentada en un toallón junto a una pelota de playa tricolor,

una señora redonda. Sus piernas regordetas extendidas

algo giradas hacia afuera. En la espalda, donde termina el traje

de baño, un tatuaje desteñido: retrato de un cantor

sentimental, convertido en mueca de bebé.

 

En la serena rompiente, contra un exultante cielo azul,

una niña de unos seis años con aletas naranja

en los bracitos se hace la muerta. Impertérrita

se deja mecer por el agua, boca abajo,

en el límite del juego y lo serio.

 

Por instantes vislumbras tu propia lúdica muerte,

donde rige que al tomar nuevo aliento se reinicia la vida.

 

Ahora se acerca corriendo la madre de la niña, levantando

de forma grotesca (como un muñeco) las rodillas para

llegar más rápido. Después de subirla a la playa

le echa la bronca: «¡Mamá casi se muere del susto!»

mientras la criatura llora sin parar.

 

 

 

Bernard Wesseling (título original: Ritueel, onderbroken, extraído de & de dag ligt open als een ei in zijn gebroken schaal [& el día yace abierto como un huevo en su cáscara rota], editorial Querido, Ámsterdam, 2016)

© traducción española: Diego J. Puls 2017 (con ocasión del XII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires)