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SOCIEDAD MEDIÁTICA

 

 

En una planta baja de un barrio popular sé de

una joven familia que vive exponiéndose, sobre todo

en verano cuando deambulan en bata, traje de noche,

exprimen jugo, hacen panqueques o manualidades,

abren y cierran alegremente un diario,

a los parroquianos del bar de enfrente, partícipes involuntarios,

que apenas sabemos ocultar nuestro embarazo

ante esta publicidad aparente

 

y entonándonos pensamos: ¿será mucha molestia

tapar un par de ventanas, adquirir cortinas?

Basta una mirada hacia afuera y estamos con ellos.

 

No que deban contenerse, menos avergonzarse.

¿O será pura fachada? ¿Ese oscuro hueco del sótano no llevará

a una cámara de tortura? Él o ella seguro que son concejales.

 

Ahí entra el papá, casi despelleja al perro cuando lo acaricia,

prueba la pasta; hasta es antiteatro, un musical en mimo,

sin drama viable.

 

Con la cámara profana del teléfono, la del vino blanco de la

mesa tres inmortaliza la escena del retoño haciendo caca,

mientras la mamá tira hacia sí de los pantalones al papá

tras lo cual se entregan a un besuqueo tal que la terraza toda

suelta un suspiro:

 

toda esa gente linda, descubierta sola.

 

 

 

Bernard Wesseling (título original: Mediamaatschappij, extraído de & de dag ligt open als een ei in zijn gebroken schaal [& el día yace abierto como un huevo en su cáscara rota], editorial Querido, Ámsterdam, 2016)

© traducción española: Diego J. Puls 2017 (con ocasión del XII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires)