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BLUES DE PELUQUERÍA

 

 

Un chico marroquí con cuello de piel, enojado por su propia

timidez, arrastra a su novia igual de caliente a bordo del tranvía.

 

Con gesto papal, un anciano escapado (¿modelo de calma? ¿ahuecado

por preocupaciones?) esparce pan blanco entre las palomas frente

a su banco mientras en la peluquería abro una revista del corazón.

 

Que la antigua estrellita, según dan cuenta con lujuria, ha empezado a

esmirriarse. Más que la belleza impuesta, cabe interpretarlo como

una protesta tácita: la sobreexposición amenaza exorcizar el alma.

 

¿Que cómo lo quiero? Más corto arriba, rapado

en las sienes, sin exagerar.

 

La abandoné, entonces, fin de temporada, en el fondo de aquel pozo

de mina o del deseo (el perro ya había ido a buscar ayuda, y después

del verano me consideré muy viejo para esas tonterías)

 

Poco después salgo a la calle, la campanita resuena a mis espaldas. En

pos de un futuro que no se revela como pasado recuperado, a nadie.

 

Pero cuando doy vuelta a la esquina con mi nuevo corte, me espera

una lluvia torrencial como el borde de un sueño.

 

 

 

Bernard Wesseling (título original: Kapper-blues, extraído de & de dag ligt open als een ei in zijn gebroken schaal [& el día yace abierto como un huevo en su cáscara rota], editorial Querido, Ámsterdam, 2016))

© traducción española: Diego J. Puls 2017 (con ocasión del XII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires)