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ETIQUETA PARA UN MORIBUNDO

 

 

Ante todo está bien darse cuenta de que de momento

le das cara a la muerte.

 

Si aún fueras capaz de hablar, renuncia a las

locuciones proverbiales. Mejor canta

alguna melodía de la infancia, pero cuida que

las palabras queden sin contexto. Que sea ligero.

En caso de duda murmura, lo que también combina

muy bien con aparatos respiratorios.

 

A los rezagados hay que perdonarlos enseguida para la ocasión.

En lugar de optar ahora por la dudosa sonrisa,

asume tu responsabilidad sentimental

levantando el pulgar

al exhalar el último suspiro.

 

Un alivio universal en el rigor mortis

que les está dado a los deudos conservar

bajo cristal a modo de reliquia familiar.

 

En caso de despedida insospechada rodeado de extraños

como suele ocurrir en los accidentes viales:

miente la última mirada si no estás en posición de

apartar la cabeza.

 

¿Te sientes inesperadamente aventurero? Ríete con ganas.

Pero cuidado con el cacareo. Escoge una cifra holgada al sentir

que empieza la cuenta regresiva, no hace falta que llegues.

 

 

 

Bernard Wesseling (título original: Etiquette voor een stervende, extraído de Naar de daken [Hacia los techos], editorial Querido, Ámsterdam, 2012)

© traducción española: Diego J. Puls 2017 (con ocasión del XII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires)