APARATO |
Ojo con que el orador —¿es un poeta?— en el podio no se ponga a usar metáforas u otros modismos faltos de claridad inmediata. Ojo con que el silencio entre líneas no quede colgado
en tu cabeza como un canto polifónico incomprensible nubes de frases donde triunfan las formas poco claras con resultados incontrolables y sonidos extraños. Todos sabemos que experimento es otra palabra
por desesperación y pérdida de tiempo. Todos sabemos que el artista es un elefante que necesita demasiado espacio come demasiada hoja. Pero dónde inquiere el elefante está la cristalería
donde pueda deambular dónde está el frágil cristal que tambaleando y armando aparato pueda hacer añicos? El elefante se revuelca como una alfombra cansada y pesada y se estira. Los elefantes lloran bajito
pero los elefantes nunca lloran solos y su llanto cubre cual coro polifónico la corteza terrestre con una fina teleraña tejida de tonos y sonidos como de esporas de moho. Nos advierten
de cargas y bombas y beneficios a corto plazo. Oyen un mundo que se encoge y cruje. Lloran por las madres de chicos fugitivos. Por la madre del chico sempiterno.
Por las chicas que siguen y dónde inquieren los elefantes están los padres. Hago trizas un elefante de porcelana. El animal aquí no está en su sitio.
Tal vez solo el niño que clama con rabia: «¡ahí viene el trueno!» antes de hacer saltar un trompo en torno a la muerte no anunciada.
El público está cansado y embebido del final. El apuntador sopla: no hay recepción.
La sala así englobada seguro que ha encogido.
Maria Barnas (título original: Misbaar; extraído de Nachtboot [Barco nocturno], ed. Van Oorschot, Ámsterdam 2018) © Traducción española: Diego Puls 2018 (con ocasión del XV Festival Internacional de Poesía de Granada (Nicaragua)) |